viernes, abril 19, 2024
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A la caza de nuevos talentos femeninos

De un tiempo a esta parte, las empresas están comenzando a buscar más mujeres, convencidos del valor que ellas agregan a las empresas. Habilidad para relacionarse con distintos niveles, empatía, estabilidad profesional, detallismo y planificación, son algunas de las características que poseen las ejecutivas.

Dicen que el sexo femenino tiene un sexto sentido. Es verdad. Hoy las empresas son cada vez más conscientes de que las mujeres tienen aptitudes muy distintas a las de los hombres a la hora de liderar proyectos y organizaciones. “Las mujeres cultivan ciertos aspectos que son propios del género, como la empatía y que somos capaces de ver la globalidad de las situaciones, pero sin descuidar lo técnico”, dice la abogada y fiscal de Ernst & Young, Tatiana Munro. Incluso explica que un estudio de la consultora a nivel global concluye que las empresas en cuyos directorios participan mujeres tienen mejores resultados que aquellas que no tienen féminas en su alta dirección.

Para María Olga Zalazar, de la consultora de recursos humanos DBM, el sello propio de los liderazgos femeninos, y el que deben trabajar las mujeres que aspiran a cargos de alta dirección, se basa en características como “la capacidad de escuchar, la intuición, ser jugadora de equipo, comunicadora y receptiva”, dice.

Muchos empleadores se han dado cuenta del valor que agregan a sus empresas estas características en términos de una mayor eficiencia. La experiencia indica que lo que más valoran los clientes es la capacidad de trabajo, el compromiso con las labores que realizan.

“Lo que aportan las mujeres es que son más ordenadas, siempre miran con mayor perspectiva que los hombres”, dice Munro. “Además, poseen la capacidad de generar redes de contactos hacia otras empresas, por lo cual son reconocidas e incluso cotizadas en el mercado laboral”.

Zalazar afirma que las empresas también valoran de los liderazgos femeninos el establecimiento de relaciones de largo plazo con equipos y clientes. Ellas mantienen el foco en el objetivo del negocio y al mismo tiempo en las personas. Además, tienen la flexibilidad para modificar sus puntos de vista, sin sentir que su prestigio está en juego, lo que facilita explorar en busca de soluciones.

Doble rol

Según Munro, muchos admiran la capacidad de multiplicidad de roles madre-esposa-ejecutiva, que muchas mujeres cumplen simultáneamente todos los días, transformando lo que podría ser una dificultad en un elemento de respeto.

Y encontrar el equilibrio en esta dualidad no es fácil. Se trata de la eterna pugna de toda mujer de negocios. Y mientras más alto el cargo en la jerarquía de una organización, más delicado es el equilibrio.

La mayoría de las ejecutivas exitosas dicen haberlo resuelto. ¿O será que porque lo han resuelto son exitosas en sus cargos de liderazgo? A juicio de las consultoras de Recursos Humanos, la relación entre estos dos mundos sigue siendo el principal prejuicio de las empresas y la principal dificultad a sortear para una carrera ascendente.

Un requisito imprescindible para las profesionales es aprender a delegar en lo doméstico y para ello, se requiere contar con apoyo familiar y redes de ayuda importantes. “Hay que tener claras las prioridades y dar a cada ámbito el tiempo y el espacio que se merecen. Así como no es aceptable que la familia contamine el tiempo dedicado al trabajo, tampoco es aceptable que el tiempo de la familia esté contaminado con el de la oficina”, afirma Ximena Escobar, de Deloitte.

Existe el prejuicio de que la mujer es menos comprometida con el trabajo, especialmente cuando está casada y con hijos, riesgo que disminuiría si la ejecutiva es soltera o es jefa de familia. “La necesidad de viajar en cargos regionales o de trasladarse a otro país, puede ser un problema para compatibilizar la vida familiar”, dice Escobar.

Dividir el tiempo

Munro asegura que los empleadores que contratan a mujeres, “al poco tiempo se dan cuenta de la eficiencia, compromiso y el profesionalismo que muestran para realizar cualquier actividad dentro de la empresa”. Planificarse y organizar mejor las labores profesionales para dedicar al hogar ese espacio que se requiere, es lo que ella recomienda.

Escobar sostiene que a nivel personal es común que la dualidad trabajo-hogar genere sentimientos de culpa. Aconseja enfrentar esta situación y “superar la culpa por no poder estar en todas las situaciones familiares. Esto implica aceptar que si estuviera dedicada 100% a la familia probablemente tampoco se resuelve el tema de la culpa, pues ésta surge en relación a otros aspectos, como el desarrollo de los talentos propios”.

Lo que aconseja hacer esta consultora es reflexionar acerca de lo que a uno le ocurre, en lugar de lanzarse a hacer cosas para no sentirse culpable. “Muchas mujeres tienen dificultad para poner límites a los hijos en pro de aminorar la culpa, por ejemplo. En este contexto, es sano aceptar lo que uno siente, evaluar los factores de culpabilidad, evaluar por qué una trabaja y tener una reflexión crítica de cuán realista es la culpa”.

Una de las consecuencias de la búsqueda de fórmulas para que el tiempo alcance para todo, es que en muchos casos se deja de lado la actualización de los conocimientos y el perfeccionamiento profesional, dice Escobar. Esto, evidentemente, juega en contra a la hora de escoger candidatos para cargos de alta dirección empresarial.

Otros factores ligados al género que, según Escobar, algunas empresas dicen que afectan la carrera de una profesional son, por ejemplo, el prejuicio de que ellas toman decisiones basadas en factores emocionales y no objetivos, que son cambiantes, menos comprometidas con su carrera, que les cuesta tomar decisiones drásticas, que tienen conflictos con otras mujeres y que no asumen riesgos.

Liberarse de prejuicios

Munro afirma que las mujeres no deben temer a los desafíos. Es más, hay que buscarlos, ya que ésa es la única forma de crecer en el mundo laboral. “Tampoco hay que pensar que ciertas actividades son propias sólo de los hombres o de las mujeres, ya que todos somos capaces de realizar distintas cosas”, asegura la abogada.

En ese mismo sentido, María Olga Zalazar, sostiene que: “Las mujeres deben liberarse de sus propios prejuicios y las creencias que limitan su desarrollo como líderes. Atreverse a cuestionar modelos preestablecidos que les atribuían sólo a los hombres el liderazgo efectivo y confinaban la contribución femenina a espacios reducidos. Tomar riesgos y desarrollar una mente independiente”.

Éste es justamente el tipo de aptitudes que se necesitan para el siglo XXI, asegura Zalazar. Para ella, el liderazgo femenino se funda en la inclusión y la capacidad para crear comunidades al interior de las organizaciones. “Las mujeres entienden que el espacio laboral es relacional. Las líderes construyen espacios de trabajo en los que la innovación y la colaboración se dan, y el error se acepta como característica de una organización que aprende”, explica.

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