Vender al exterior supone considerar, entre otras cosas, el riesgo de insolvencia del comprador. En estos casos, las gestiones de cobro y acciones judiciales suelen ser muy complejas y onerosas, y están sujetas en caso de controversias a la legislación internacional. Según las estadísticas que se desprenden del propio mercado, el 50% de los impagos proviene de clientes con buen historial de pagos; con lo cual 1 de cada 4 quiebras son provocadas por impagos de clientes. La probabilidad de ocurrencia de un impago es muy superior al riesgo de un incendio, con lo cual, este tipo de operaciones son muy vulnerables.
Por otro lado, no se debe ignorar tampoco la probabilidad de acaecimiento de ciertos hechos imposibles de prevenir o controlar como los riesgos extraordinarios -catástrofes o de tipo políticos-.
Frente a estas posibles situaciones, existe como resguardo un Seguro de Crédito a la Exportación, que protege al vendedor ante ciertos riesgos que pudieran hacer incobrables los créditos otorgados a los compradores de otros países. Logrando de esta manera, tercerizar el riesgo, enfocando los recursos de la empresa en el crecimiento rentable y la estrategia comercial del negocio.
El asegurador no toma todo el riesgo de la operación, sino que comparte parte de las responsabilidades con el vendedor, haciendo que el exportador también sea cuidadoso al elegir sus clientes.
Entre las principales ventajas de este seguro, se pueden mencionar: el vendedor consigue protección ante el riesgo de incobrabilidad de la operación; garantiza el flujo de caja; no limita la capacidad crediticia de sus clientes; permite emprender negocios con nuevos clientes en ciertos mercados sin la necesidad de tomar riesgos excesivos respecto del patrimonio del vendedor.
Además, en muchos países industrializados, el Seguro de Crédito a la Exportación es un requisito fundamental para la obtención de financiamiento de exportaciones.
*Gerente de Líneas Financieras de RiskGroup Argentina