martes, mayo 30, 2023
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El dólar: una apuesta lejos de la seguridad

Crisis europea, nivel de reservas, quita de subsidios; factores que entran en juego para entender por qué hay una fuerte presión para generar una corrida cambiaria y por qué el gobierno va a resistir a toda costa manteniendo el actual valor de la moneda norteamericana.

 

“El que apuesta al dólar pierde” reza una frase que quedó como una anécdota triste de la reciente historia de la Argentina. Sin embargo, la tentación especulativa sigue activa y  la pregunta que todos se hacen hoy es: ¿el dólar es una apuesta segura?
Para llegar a una respuesta hay que hacer un análisis de la situación para poder interpretar los elementos que entran en juego. En primer lugar, ¿por qué el gobierno argentino decide ahora y no antes controlar la compra de la moneda estadounidense? Porque el dólar es hoy, pese a la debilidad económica de Estados Unidos (que tiene una deuda externa por el 110% de su PBI), un bien preciado. Mal que mal, es la divisa de occidente, es decir, la moneda en que se realizan las transacciones comerciales internacionales. Incluso sigue siendo referencia del euro.
El euro, por su parte, surge en el contexto de la Unión Europea como una estrategia de los países con economías más sólidas, que terminaron esquilmando a los más pequeños. La Eurozona, basada en los más puros principios del neoliberalismo (la legislación y los gobiernos en general deben darle garantías a los grandes capitales antes que al pueblo) fue una trampa bien tendida por Alemania y Francia haciendo creer que Portugal, Grecia, España u Holanda podían tener economías competitivas y que iban a estar en un plano de igualdad. Lo cierto es que estos últimos países no podían competir con la industria de teutones y galos y, lo que les faltaba lo terminaron comprando… a Alemania y Francia, lo que generó un desequilibrio insalvable en sus balanzas comerciales. Hoy la deuda externa griega es un 150% de su PBI.

Grecia: caso testigo

¿Puede devaluar Grecia (o Portugal o Italia o España)? No, porque el euro tiene un valor fijo. De esta manera, los países de la Eurozona no pueden hacer política cambiaria; tampoco pueden hacer política monetaria ni pueden cambiar su política fiscal debido a que está atada a las normas que aceptaron al momento de entrar a una moneda común. Por algo Inglaterra está en la Eurozona pero no abandonó la libra esterlina y Suiza se mantuvo siempre al margen.
¿Cuál es la salida de Grecia? Sólo puede ajustar, es decir, hacerle pagar a alguien su deuda. Ese alguien puede ser el pueblo o pueden ser los acreedores que no casualmente son los mismos que produjeron las condiciones de endeudamiento. Si tomara esta última vía, podría empezar reestructurando la deuda. ¿A alguien le suenan las palabras “quita del 75%”? Sí, como hicieron Néstor Kirchner y Roberto Lavagna en 2005. La diferencia está en que Argentina apostó fuertemente a la industria nacional para sustituir importaciones. Grecia, Portugal, y todos los países que están en la cuerda floja, no están en condiciones de realizar algo semejante pues sus estructuras económicas están atadas a… la Unión Europea. Y no en un marco de complementariedad –como el MERCOSUR- sino en uno de supuesta igualdad para la competencia. El primer ministro Papandreu lo sabía y optó, por lo tanto, por hacer el ajuste sobre el pueblo (como hizo De la Rúa hasta donde aguantó). Eso sí, quiso hacer una consulta popular primero. “Los mercados” –los grandes grupos económicos, más Alemania y Francia- pusieron el grito en el cielo. Y Papandreu se fue. No en helicóptero, pero se fue.

¿Y eso qué tiene que ver con la Argentina?

Que pase lo que en Grecia en el resto de los países europeos con economías más endebles (y no tanto ¡hasta Italia perdió al cavalieri!) es cuestión de tiempo.
Los grandes grupos financieros internacionales lo saben y por lo tanto, lo que están haciendo es financiar sus casas matrices sacando los dólares de sus sucursales de países emergentes.
Hoy, en Argentina, no más de cinco o seis grupos (el BBVA, el grupo Santander, Techint) tienen la capacidad de modificar el precio del dólar con su poder de compra. Por eso el Banco Central tiene que salir a mantener el precio vendiendo más o menos reservas. Porque la presión para una devaluación es muy fuerte y no se sabe cuánto puede durar. Para el gobierno no se trata sólo de una disputa económica, también es una disputa política. La tozudez de los Kirchner se pone a prueba nuevamente ante los que presionan por un dólar a seis pesos porque, según consideran, dejarse torcer el brazo una vez implica dejarse torcer el brazo de ahí en adelante, siempre.
Por eso las medidas que se están tomando y que traen una importante serie de beneficios adicionales. Por ejemplo, sólo con el control de la venta de dólares, se descubrió que más de dos mil empresas importadoras no tenían ningún empleado. Obviamente, esto implicaba un alto índice de trabajo en negro.
Ocurre lo mismo con la quita de subsidios. A los colectivos se los subsidiaba en base a declaración jurada de cuántas unidades tenían en la calle. Como eso no se auditaba, muchos empresarios “inflaban” el parque que poseían para recibir un monto mayor al correspondiente. Con la implementación obligatoria de la tarjeta SUBE esto se acaba, porque, a partir de diciembre, el micro que no tenga el sistema electrónico, para el gobierno, simplemente no existe.
Así, lo que hacen Cristina y Boudou es aumentar las arcas del Estado para tener la mayor holgura posible para resistir la presión sobre el tipo de cambio. Es una pelea muy difícil porque, a diferencia de las “cruzadas” por la resolución 125 o la Ley de Medios, el adversario ahora no es tan visible ni identificable.
Se espera un aumento importante en las reservas para principios del año que viene por la próxima cosecha de la soja. Pero casi pegado a eso, se llega a nuevos vencimientos de la deuda externa, por lo que no se puede tener una precisión de a cuánto va a ascender el nivel de reservas para mediados del 2012.
Lo que sí puede saberse es que si el presupuesto enviado al Congreso estipula un dólar a no más de $4,40 es porque desde Economía van a jugarse todo a ese objetivo. ¿Qué quiere decir “todo”? Quiere decir que no se descarta nada, ni siquiera la última y más demoníaca de las alternativas: pedir financiamiento a los organismos internacionales de crédito. Es cierto que antes se agotarán todas las instancias. Sobre todo se explorarán las que tengan que ver con reducir beneficios a los que más tienen (el ejemplo más claro está en la quita de subsidios en Puerto Madero y Barrio Parque). Esto no debe sorprender; si CFK eligió a los más leales es porque tiene total conciencia de que va a sufrir numerosos embates en el ya anunciado camino de “profundización del modelo”. En todo caso, lo que debe quedar en claro es que el gobierno, fiel a su costumbre, no piensa (retro)ceder en lo más mínimo.
Desde el 2004, hizo mejor negocio el que puso su dinero en movimiento (con la construcción, con la apertura de un negocio o de una PYME productiva) que el que se sentó en el colchón del plazo fijo a ver la plantita de billetes que, a esta altura, ya debería saberse que sólo crece si se la riega con trabajo genuino. Seguir ese rumbo es lo que se plantea hoy cuando se habla de “profundizar el modelo”. Le queda al empresariado argentino comportarse a la altura de las circunstancias.

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