CITA -Cooperativa Industrial Textil Argentina- es una empresa recuperada, convertida en cooperativa en 1952 gracias a los trabajadores que con el aporte de sus indemnizaciones, en el plazo de tres años, pagaron la planta y se convirtieron en los dueños absolutos.
Abocada a la producción de tela, entre sus productos se encuentran los uniformes y accesorios para la gastronomía, liencillo, batista, pique, sabanas, cortinerías y ropa de trabajo. A partir de los 90´, dadas las políticas neoliberales, CITA tuvo que hacer frente a una competencia desleal y abierta. Es así que para 1998 CITA se encontraba casi en una total parálisis productiva que la llevó a la cesación de pagos y con ello al borde de la quiebra.
Así, el Consejo convocó a su propio concurso de acreedores. La cooperativa se dedicó a renegociar sus deudas y a realizar la venta de activos improductivos; lo cual le permitió lograr el pago del 50 % del pasivo. Luego estuvo cerrada, y reabrió sus puertas en 2003 con la recuperación de algunas de las máquinas, previo llamado a todos los socios para intentar reflotar la histórica cooperativa.
Hoy, CITA está integrada por 36 socios, y cinco aspirantes. “Una de las principales problemáticas de la cooperativa es la falta de mano de obra especializada”, contó Eduardo Jachimowicz, consejero y encargado del área de tejeduría, que trabaja hace 9 años en la cooperativa. “La especialización se adquiere con la práctica, y de las 36 personas que somos, solo dos sabemos hacer el hilado de las máquinas”, agregó.
CITA supo conocer los momentos de gloria, cuando en la década del 60, se llegaba a vender dos millones de metros de tela al mes. Contaban con 72 maquinarias funcionando a pleno, pero hoy tienen 31 y que funcionan correctamente, 27. La producción actual apenas roza los 100 mil metros de tela al mes. “Hoy nos encontramos trabajando a fasón, y la producción es mínima en comparación a los años dorados”, indicó Mario Pascuale, síndico de CITA, y que hace 45 años que integra la Cooperativa.
Al ser consultados sobre las posibles causas que llevaron a la cooperativa a sumergirse en la decadencia, los cooperativistas no dudaron en señalar “el cambio en las políticas económicas del país, comenzando por la nefasta gestión de Martínez de Hoz en la dictadura militar, luego el neoliberalismo, y también la falta de inversión de nosotros mismos”, y agregaron: “estábamos tan compenetrados con las ganancias, la falta de acuerdos en la interna de la cooperativa, llevó a no invertir en capital”.
“Salir adelante fue un trabajo de hormiga. Algo creo que hemos logrado. Nos falta mucho, debemos mejorar las maquinas, adquirir nuevas, e integrar mano de obra especializada. La solución para nosotros sería poder dejar de trabajar a fasón, y esta falta de capital hace que la cooperativa no tenga continuidad en el trabajo”, explicó Pascuale.
Por ultimo, Pascuale dijo: “el cooperativismo es todo para mi. Dedique toda mi vida a este trabajo, y me gustaría que cuando me retire –tras 45 años de trabajo- que siga trabajando. El cooperativismo es cooperar el uno con el otro, es la solidaridad, y el trabajo conjunto”, concluyó.