La Agremiación Médica Platense convocó a especialistas en el tema, quienes destacaron virtudes y defectos de una ley tan compleja como polémica.
Permitir morir en paz es, sin dudas, el espíritu de la nueva ley de muerte digna, aprobada en nuestro país hace poco más de dos meses. Sin embargo, su aplicación sigue siendo motivo de debate y controversias.
Frente a situaciones complejas que se dan en la realidad diaria, la Agremiación Médica Platense –AMP- convocó a los expertos Francisco “Paco” Maglio, e Ignacio Maglio, padre e hijo, respectivamente, para debatir acerca de un tema muchas veces difícil de abordar: la muerte. “Nuestro objetivo es defender el trabajo médico y creemos que tener en claro esta ley permite al médico no trabajar a la defensiva, y redefinir el vínculo con el paciente y sus familiares”, explicó Eduardo Martiarena, vicepresidente de la AMP.
El Dr. Ignacio Maglio -especialista en derecho médico, bioética e investigación clínica- consideró que “la norma no hace más que reiterar un derecho consagrado en nuestra Constitución, donde se establece que las decisiones privadas y responsables que no afecten a terceros tienen que ser respetadas, lo cual abarca el derecho de cada quien a morir en paz”. No obstante ello, reconoció que “un enunciado tan general no alcanzaba para dar seguridad a los médicos”, y que “desde el punto de vista fáctico, la norma era necesaria para que los profesionales de la salud puedan tomar decisiones con mayor tranquilidad”.
Lo cierto es que los últimos dos meses pusieron en evidencia que el temor a ser demandados no es lo único que llevaba a muchos médicos a impedir que sus pacientes terminales murieran según su deseo. El otro gran obstáculo –sostuvo Maglio- “está en la dificultad de los propios médicos de aceptar que las personas se mueren y a veces hasta quieren morir”. Y agregó: “muchos médicos siguen viendo a la muerte como algo que tienen que evitar a cualquier costo”, y que “de esa actitud nacen precisamente muchos de los casos en los que después se invoca el derecho a una muerte digna”.
Por su parte, el Dr. Francisco Maglio, médico diplomado en Salud Pública, sostuvo que “nos han enseñado a interrogar y no a escuchar al paciente, tenemos que modificar esa actitud, porque la ley deja en claro el derecho a la autonomía de la voluntad”. De este modo, el paciente tiene derecho a aceptar o rechazar cualquier procedimiento, independientemente de la opinión del médico, por lo que el profesional debe respetarlo aunque no coincida con la decisión.
Por ultimo, se hizo una diferenciación entre lo que significa la muerte digna y la eutanasia, la que fue definida como la acción concreta de inyectar un veneno o tóxico para provocar la muerte. En cambio, se aclaró que retirar soportes vitales es lo que se llama adistanasia y que se utiliza para evitar el encarnizamiento médico: “es permitir morir: cuando la enfermedad no sólo es incurable, sino que representa un suplicio, siempre que el paciente lo pida, no hay que vacilar en ir a la muerte, porque en estos casos el daño es la enfermedad”concluyó el Dr. Maglio.
Esta Jornada sobre Muerte Digna estuvo organizada conjuntamente con el Comité de Bioética del Hospital San Juan de Dios, la Asociación Iberoamericana de Derecho a la Salud, y la cátedra de Derecho a la Salud de la UNLP. Además contó con la adhesión de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP.