El mismo día que la lluvia inundó La Plata y la región, en la tarde noche de la fatídica jornada, se producía un incendio de drásticas proporciones en la planta de YPF en Ensenada. Las llamas se podían ver desde distintos puntos de la región, y cuando todo el mundo esperaba indicaciones precisas de Defensa Civil o de la propia empresa para actuar frente a una posible catástrofe, nunca llegaron las mismas, lo que generó incertidumbre y temor entre los vecinos.
Recién cerca de la medianoche, se conocieron las primeras informaciones por parte de los voceros de YPF. En un escueto comunicado daban cuenta del incendio del horno de coque A y en la unidad de destilación Topping C de esa planta industrial; a su vez los bomberos, sin dar demasiadas precisiones, dijeron que la situación estaba controlada.
Los vecinos de la Destilería vivieron un gran susto y una gran incertidumbre. En momentos que la tormenta arreciaba con mayor furia se escuchaban estruendosas explosiones, se veían llamaradas de gran altura, se soportaba una lluvia de hollín y se respiraba un aire con tremendo olor a combustible y ácido. Todo esto hizo que los vecinos empezaran a auto evacuarse, situación que se complicó porque las calles eran virtuales ríos y no se podía pasar. Los viejos moradores del lugar aseguraron que nunca habían escuchado explosiones de tanta envergadura. Después de su larga tarea, al día siguiente, los bomberos que actuaron en el siniestro, confirmaron que el incendio había sido totalmente sofocado. Por suerte no hubo que lamentar heridos ni víctimas fatales.
En días posteriores, el presidente de la compañía Miguel Galuccio, indicó en conferencia – lejos del lugar de los hechos, en las cómodas oficinas de Puerto Madero- que por las fuertes lluvias de la tarde del siniestro, se cortó la luz y la planta de coque A quedó fuera de servicio. Según Galuccio, el agua colmó la capacidad de la pileta APPI -donde se separa petróleo-agua- y el combustible que se derramó llegó a la coque A, produciendo allí el incendio, que luego se extendió al topping C.
La voz de los ambientalistas
Las entidades ambientalistas como Greenpeace y Ala Plástica, sostienen que el siniestro que se desató esa tarde noche en la Destilería, estuvo muy cerca de convertirse en una catástrofe que hubiera hecho desaparecer gran parte de La Plata, Berisso y Ensenada. La cantidad de agua caída hizo rebalsar los piletones de 80.000 m3 con una mezcla de agua e hidrocarburo que al ingresar al horno de coque A y la unidad de destilación Toping C produjo dos explosiones y un incendio que puso a riesgo a toda la población lindante.
Otro detalle no menor, es que estas entidades advirtieron es que las explosiones se produjeron a poco más de 200 metros de las esferas de gas hidrógeno que Petroken posee, y muy cerca de otras instalaciones y contenedores de elementos altamente inflamables.
Según Ala Plástica y Greenpeace los piletones de hidrocarburo que rebalsaron provocando el incendio, estaban diseñados para contener una lluvia de hasta 130 milímetros, cuando en verdad cayeron alrededor de 400 milímetros.
YPF y la comunicación
Frente a esta cuestión los vecinos coinciden que no puede ser la única respuesta de YPF. “La empresa tiene que explicarnos qué es lo que va hacer para que esto no vuelva a ocurrir”, consideraron. “Lo más extraño que durante el siniestro no hubo un alerta, ni un plan de evacuación de los barrios aledaños para evitar una tragedia mayor”, agregaron.
Sobre estas acusaciones la empresa YPF no ha hecho declaración alguna. Ha mantenido un irresponsable silencio. Lo cierto es que nadie sabe nada, los medios nacionales no se hicieron eco, quizás porque priorizaron las dramáticas inundaciones, ni tampoco los medios locales, como es el caso nuestro, donde no hemos recibido ningún tipo de información que pueda tranquilizar a nuestros lectores y a la población en general sobre las consecuencias que podría tener este incidente.
Desde que la empresa fue nacionalizada, hecho que aplaudimos, la empresa ha tenido una errática política de comunicación. Al principio adjudicábamos ese tema a los cambios de personal y de reorganización del recurso humano, pero después de tanto tiempo nos inclinamos a creer que hay incapacidad o desidia, porque es inconcebible que un hecho tan grave y lamentable no sea informado con el rigor que merece, como lo fue esta catástrofe. No se puede ignorar a miles de personas que viven con el corazón en la boca, cuando escuchan una explosión, o la atmosfera huele mal, temiendo lo peor.
Tiempo atrás, hemos visto simulacros que preparaba YPF, y que éramos invitados a cubrirlos periodísticamente. Nada de esto ocurrió. Los directivos de YPF y los encargados de comunicar, no pueden seguir dándole la espalda a toda una región; o hacer como el avestruz, que cree solucionado el problema escondiendo la cabeza.