El destacado economista habló sobre la actual situación económica del país, cómo se llegó a ella y qué puede suceder en los años venideros.
“Quienes hacemos economía a veces lo olvidamos: la economía no es otra cosa que economía política. Y no puede prescindir de las diferentes manifestaciones de la vida comunitaria. Concebimos a la economía dentro del fenómeno colectivo.
Hay una reconfiguración del poder económico y político a nivel internacional, no sólo porque entre 2007/8 hubo una crisis, sino que viene de mucho antes en el tiempo. Si uno trata de periodizar la historia económica, encontraremos dos periodos que sobresalen: el primero, que se conoce como la edad de oro, comienza después de la segunda guerra mundial hasta los 70’. Se dan algunos aspectos que son importantes para entender la crisis, se genera la necesidad de sustituir y se empieza a tercerizar mucha producción, y aquí aparecen las cadenas globales de valor.
Todo esto que viene de mucho tiempo, por lo menos desde los 70´, de alguna manera influye en la situación actual. Lo interesante de esto es que esta crisis ha puesto a los países periféricos –entre ellos Argentina y Brasil- en un rol protagónico en la escena mundial, porque crecen más rápido las economías periféricas que las economías centrales. Y al crecer más rápido acortan la brecha.
La pregunta es si este cambio de coyuntura es un cambio de tendencia. Si es un cambio de tendencia, las ventajas y desventajas las podremos llevar a cuestas 30 años; si es un cambio de coyuntura, serán cuatro años más. En cualquiera de los casos, lo que discutimos es el tiempo para salir de ciertos atrasos que tenemos como periféricos.
¿Qué podemos esperar a mediano plazo? Es difícil preveer que la economía internacional que está en un estado crítico, pero estable, deje de estar ahí. Lo lógico es que siga en ese estado. Pero hay un 30 % de probabilidades que ese estado crítico se agudice, y eso nos puede afectar de muchas maneras. Y hay otro 20 % de probabilidades que las economías salgan mágicamente de la crisis.
Hoy tenemos un equilibro internacional de suma cero. Lo que ganan unos, lo pierden otros. Europa tiene problemas. Mi sensación es que va a primar la estabilidad critica, vamos a pasar después a tener una coyuntura con problemas que nos afectaran financieramente, pero creo que este cambio que asistimos hace cinco años a esta parte no es coyuntural, sino tendencial. Tenemos una ventana de 15/ 20 años para saltar al desarrollo o quedarnos en la trampa del subdesarrollo.
El segundo periodo es con la salida de la convertibilidad hasta 2008, tenemos un periodo de crecimiento con muchas virtudes: crece la economía, hay distribución de la riqueza, aunque mantenemos problemas estructurales. 2009 es un año muy malo, porque se cae el mundo y repercute en la Argentina. Salimos durante 2010/11 creciendo el 17 % acumulado. Pero el 2012 fue muy malo. Pero lo peor de todo es que no fue malo por el escenario internacional, sino por nuestros propios problemas.
La verdad que en algunos problemas hay un atisbo de mejora en este 2013, donde volvimos a crecer a tasas más razonables, donde todo indica que podremos terminar el año con un 5 %.
¿Cuál es el aspecto pesimista? Hace un año y medio empezábamos a discutir la agenda del desarrollo, y hoy volvimos a la agenda del crecimiento, entonces hay que ocuparse de la inflación, del tipo de cambio, de infraestructura económica básica, de financiamiento Pyme. En el panorama internacional veo que hace cinco meses, en Argentina, hay un crecimiento leve, de bajo a moderado, con creciente distribución. Pero el problema general es el dólar, la inflación, el financiamiento, y la infraestructura general básica que hay que resolver.
Un ejemplo: hoy la Argentina tiene un balance comercial todavía superavitable, pero en descenso. Ahora, no todos los sectores de la Argentina son superavitables. Hay uno particularmente deficitario: la industria y sobretodo, la manufactura de origen industrial. De hecho el sector metalmecánico genera en si mismo, el año pasado, 32 mil millones de dólares de déficit externo. Dentro de eso, el sector automotriz es el que mas déficit genera.
Elijo este ejemplo porque Argentina cuando crece importa mucho, por cada punto de crecimiento del PBI, se dispara dos o tres veces las importaciones. Entonces no se puede crecer sin generar dólares. Pero si las exportaciones tienen un límite, lo que me queda es sustituir importaciones, o ajustar y retroceder. Y sustituir no es tarea fácil, porque significa abastecerse energéticamente, es plantear qué se puede hacer en esos sectores deficitarios, y aumentar la integración nacional.
Este es un solo ejemplo de un problema estructural. En argentina volvió a aparecer el problema de la restricción externa. En concreto, si hay que pronosticar me da la sensación que para el sector del comercio y del servicio se viene un periodo, salvo que el mundo estalle y se pase de la estabilidad crítica a la crisis agudizada, van a tener todavía un escenario de demanda relativamente alto. El consumo todavía se mantiene.
Los problemas vienen de ciertos costos que van para arriba. Aunque los más interesantes vienen de sector del agro, de la industria y de la minería. En cualquiera de los casos, además de los problemas sectoriales, institucionales, y de infraestructura económica básica, siguen pendientes los problemas del desarrollo.
*Director del Instituto de Economía Aplicada de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales –UCES- y coordinador del Curso de Formación para Dirigentes de la CAME