Por Fernando Cristian Zabala con la colaboración de Manuel Andrés Álvarez (*)
“El control es tan solo una ilusión.
Es seductor porque da la sensación de poder.
Algo a lo que te puedes agarrar, por eso se vuelve adictivo.
Es difícil dejarlo aun cuando no está dando resultados.”
Lee Bolman – TerrenceDeal
A medida que estemos más dispuestos, o incluso urgidos por necesidades culturales y/o contextuales, a disponer del uso de tecnologías sociales digitales y las herramientas emergentes derivadas de ellas, nos veremos obligados a adoptar posiciones de apertura en las cuales al principio podamos no sentirnos cómodos y seguros por tener que deber mutar de un estado de comfort conocido y relativamente estable, a otro totalmente dinámico, desconocido e incierto que nos podrá resultar incluso agresivo. Esta tendencia no solo es inevitable, sino que representa una oportunidad para desplegar estrategias innovadoras que nos permitan adaptar nuestras organizaciones al nuevo contexto.
En un pasado reciente (incluso inmediato) los directivos y jefes de las organizaciones se podían dar el lujo de instalarse cómodamente y a resguardo en sus oficinas, y abrir las puertas solamente cuando ellos querían o sentían la necesidad de hacerlo. Esto independientemente de la organización que se tratara, del tamaño de la misma y del cargo que ocupara. Hoy existe movilidad de información en todos los ámbitos de manera que todos los miembros de las organizaciones pueden acceder a ella, y es así que tanto aciertos como errores se divulgan por las redes en forma casi inmediata. Esto también conlleva a que todo el mundo se sienta capacitado y con la libertad de dar opiniones y expresar agrado o disgusto con las decisiones, acciones y los resultados de los jefes y directivos.
Este nuevo escenario, acelerado por el contexto de pandemia que nos toca vivir, ya el uso del teletrabajo, las reuniones digitales en las plataformas disponibles, las clases virtuales, hace que haya un grado de apertura, no solo por decisión, sino por necesidad y a pesar de ella. Esta apertura que se da requiere por otro lado más, no menos, rigor y esfuerzo que control de la situación.
Hoy más que nunca las organizaciones están requiriendo (aunque muchas veces no lo sepan explicitamente) de sus directivos y jefes, que los mismos asuman roles de liderazgo, esto es que se transformen en líderes, que desafíen los estilos tradicionales basados en mando y control. Los líderes ya no pueden ampararse en el paradigma o modelo “Soy el responsable, por la tanto debo tener el control”. El liderazgo hoy, y continuamente, requiere renovar el enfoque, los modelos mentales y las habilidades. Ya no es suficiente ser un buen comunicador en el sentido tradicional, hay que ser un buen comunicador compartiendo el mensaje, las perspectivas y los sentimientos para crear y desarrollar relaciones estrechas. Ser abierto es difícil, aunque si se desarrollan estas capacidades se puede comprender más fácilmente no solo los beneficios, sino el proceso por el cual se obtienen, y empieza a facilitar la tarea.
Los problemas –sobre todo los interpersonales- que antes se resolvían a través de canales privados, como las charlas personales, las llamadas telefónicas y el correo electrónico, ahora se discuten en público. En el pasado un disgusto estaba limitado generalmente a un núcleo reducido y limitado al círculo inmediato sobre el problema. En cambio, hoy queramos o no, lo busquemos o no, la situación interna de cualquier organización se conoce. Los líderes no se deben asustar con el poder de las tecnologías sociales, sino que deberían entusiasmarse con las oportunidades y soluciones que brindan.
El primer paso es reconocer que uno no tiene el control, el control está socializado entre colaboradores, socios, y clientes o usuarios. Esta tendencia no es una moda efímera, sino que vino para quedarse y se consolidará con o sin el aporte de la participación de los líderes.
La razón por la que debemos ser proactivos con respecto a “renunciar” a este control tradicional, es que al hacerlo se recupera poder y se empodera la gente. Parecería contradictorio e ir contra la lógica, pero comprometerse con las personas y empoderarlas, esto es, crear las condiciones necesarias para que cada persona cuente con las herramientas pertinentes para enfrentar la tarea laboral, no disminuye el propio poder, sino que lo incrementa por efecto sinérgico, y delega el control en quien realiza la tarea en sí.
Para ser abierto, y estar a la altura del tiempo que nos toca vivir y transitar, requiere librarse de la necesidad de tener el control. Justamente ello se logra desarrollando confianza, y siendo capaces de creer que cuando renunciamos al control y delegamos poder, las personas asumen su responsabilidad y actuarán en consecuencia. La función del líder no es la de acumular poder de manera tal que la organización se vuelva dependiente de su intervención, sino todo lo contrario. Es su tarea la de dirigir un proceso que apunte a la creación de nuevas capacidades, de nuevas responsabilidades, generando así una organización mas sólida, en tanto su funcionamiento no depende de la buena voluntad de una única persona, sino del complejo entramado de responsabilidades de personas empoderadas.
Hoy gracias a la tecnología hemos de estar mutuamente conectados y comprometidos con las organizaciones, y las relaciones se desarrollan de un modo más profundo y significativo. Equilibrar la apertura con estar al mando es la solución del liderazgo. Las organizaciones necesitan desarrollar flexibilidad para adaptarse a las situaciones rápidamente cambiantes.
En síntesis, el liderazgo abierto implica cultivar la confianza y la humildad para renunciar a la necesidad de ejercer el control, inspirando compromiso colectivo para el logro organizacional.
(*) Fernando Cristian ZABALA (fcristianzabala59@gmail.com) y Manuel Andrés ÁLVAREZ (manuelandresalvarez@gmail.com), son columnistas permanentes de La Gran Capital, y esta es la septima nota referida al tema Liderazgo. Aquellas personas o empresas que deseen consultar sobre estos temas u otros pueden hacerlo a los e-mail consignados