En su disertación en las Jornadas Regionales sobre “Desarrollo & Empresas”, realizadas recientemente, el presidente del Consorcio de Gestión del Puerto La Plata, José Lojo, y el gerente general de Buenos Aires Zona Franca La Plata, Juan Pablo Justo, se refirieron al lugar preponderante de las entidades que representan para el comercio exterior desde un contexto histórico y geográfico.

Aunque es sabido que el Puerto La Plata tiene un lugar preponderante en la región, no toda la actividad que allí se lleva a cabo es conocida. José Lojo, presidente del Consorcio de Gestión del Puerto La Plata, y Juan Pablo Justo, gerente general de Zona Franca, explicaron el funcionamiento de todo el enclave portuario y remarcaron el carácter decisivo de las tareas que vienen realizando más las expectativas para un plazo no muy lejano.
El Consorcio de Gestión es un es un ente público no estatal que posee individualidad jurídica, financiera, contable y administrativa, y está integrado por representantes de los municipios de Ensenada, Berisso y La Plata; y los sectores empresariales y sindicales, más su presidente que representa a la Provincia. Sus ingresos provienen de los peajes cobrados por el uso del curso navegable y los servicios de seguridad, balizamiento entre otros, además los concesionarios y permisionarios abonan un alquiler por el uso de las instalaciones para el desempeño de sus actividades. Su presidente, José Lojo, comenzó su exposición desplegando un mapa en el que se veían, en tiempo real, todos los buques que navegan por el mundo, de los cuales la mayoría son súper gigantes con, al menos, 12 pies de calado.
Lamentable pero previsiblemente, no había casi ninguno de bandera argentina. El mayor tráfico se concentraba en la zona de Asia, en especial alrededor de China, bajaba por África, cruzaba el Atlántico y llegaba a América, mayoritariamente a Brasil. Si se suma el escaso tráfico sobre el Pacífico, se infiere cómo es el comercio exterior: va hacia donde está la carga, es decir, a los centros de producción mundial, y de allí salen al resto del mundo. América Latina es un destino, ciertamente, pero no el más importante.
“Nosotros tenemos la vía troncal del Paraná –explicó Lojo-, que desemboca en el Río de La Plata y nace en el corazón productivo no sólo de Argentina, sino de América, solo comparable con otros grandes ríos cómo el Nilo o el Amazonas. Y el Puerto La Plata es el primer puerto de aguas naturales profundas en el Río de La Plata cercano a los grandes centros de producción” entre los que enumeró los puertos de Buenos Aires, Dock Sud y Montevideo.
“Pero sin duda –continuó-, el que tiene las ventajas comparativas más importantes es nuestro puerto y se pierde mucho dinero por no utilizarse plenamente. Es cierto que hay muchos intereses creados pero debemos ser capaces de torcer ese destino”.
A continuación, el presidente del Consejo de Gestión hizo un repaso por la historia del puerto desde sus orígenes, con las obras a pico y pala que empezaron en 1886 y la inauguración en 1890, poco después de la fundación de La Plata. Dardo Rocha y la generación del 80 vieron las enormes posibilidades que tenía el puerto de la Ensenada de Barragán, por aquellos años se hicieron los canales de acceso, los muelles y las primeras instalaciones que aún hoy se conservan. Primero fueron los saladeros; luego los frigoríficos; más tarde, en 1925, YPF; Siderar; el Astillero; hasta que llegó la Zona Franca y finalmente TecPlata que, junto a ciento de Pymes, constituyen un Polo Petroquímico y portuario de los más importantes de Sudamérica. Por eso, destacó Lojo, “nuestra región no sólo es académica y administrativa, sino que tiene un potencial productivo envidiable”.
Actualmente, el 60% del combustible que se produce en el país sale de nuestro puerto y mueve por esa sola actividad más de 700 barcos anuales. Desde acá sale también el carbón de coque al mundo y parte de él a Aluar en Puerto Madryn para la fabricación de aluminio. Por otro lado, TecPlata también está creciendo a ritmo sostenido, actualmente está trabajando con Santa Fe en un tráfico quincenal llevando carga contenerizada a Brasil y a Asia, y hace poco sumó un servicio nuevo a Montevideo.
Hay que recordar que cuando TecPlata hizo la millonaria inversión, el país y el comercio exterior tenían picos de crecimiento, con un movimiento de aproximadamente cerca de dos millones de TEUS allá por 2007. Se esperaba que para esta fecha, superaríamos los tres millones. Sin embargo, hoy estamos por debajo de aquellos valores. TecPlata lo tiene todo, tecnología de última generación, grúas pórtico de gran capacidad, menores costos y alta velocidad en sus servicios, así que solo espera la oportunidad. Es más, la empresa está dispuesta a invertir para duplicar su capacidad si las condiciones lo requirieran.
“Estamos a punto de dar el salto definitivo -contó el presidente del puerto-, tenemos una buena conexión ferroviaria, estamos esperando algunas obras, muchas de ellas están en curso. La terminación de la autopista hasta el puerto será de gran utilidad, pues los camiones llegarán sin pasar por ningún centro urbano, al igual que la finalización de la ruta 6, que nos permitirá rodear todo el conurbano en poco tiempo y unir nuestro puerto con el de Zárate. Finalmente, el dragado del canal La Magdalena sería vital, dejaríamos de sacar y recibir la mercadería por Montevideo, agilizaría la entrada de buques, especialmente los de gran calado, eliminaríamos los costos por las demoras, contaríamos con una entrada más ancha que posibilitaría el tráfico de ida y vuelta, podríamos ofrecer más servicios desde nuestras costas, y tendríamos una salida franca hacia nuestro puertos del sur y los del lejano oriente. En definitiva no somos todo lo que queremos ser, pero lejos estamos de ser un puerto fantasma, invitamos a todos a acercarse y conocer esta herramienta fundamental para la región” concluyó José Lojo.
El lugar de la Zona Franca

A su turno, Juan Pablo Justo habló del rol que cumple la Zona Franca y recordó que el nacimiento de la misma se produjo casi en forma concomitante con La Gran Capital, por lo tanto tenemos una historia común.
En la antigüedad ya había lugares similares, zonas donde se exoneraba de impuestos a los productos que se vendían, lo que generaba un fuerte polo de atracción, pero no se llamaban zonas francas.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, y para reconstruir gran parte de Europa, aparecen las primeras Zonas Francas con esa denominación, hubo ciudades enteras que no pagaban impuestos.
Hoy en día, los países más desarrollados son los que más cuentan con Zonas Francas, más cuando quieren desarrollar una zona específica. En Irlanda, por ejemplo, muchos hospitales son Zonas Francas, no tributan impuestos ni los honorarios médicos ni los medicamentos ni el material que se usa, de esa manera se facilita la salud. Cabo Cañaveral y la NASA también son Zonas Francas, todo lo que se invierte en la carrera aeroespacial no paga impuestos.
Si bien es un recurso limitado, porque los países necesitan de impuestos para vivir, es una gran herramienta para fomentar una determinada actividad o región. En la Argentina, este concepto todavía no ha entrado en la sociedad y nos limitamos a actividades comerciales y servicios industriales.
Los antecedentes en nuestro país se remontan a 1907, cuando se sanciona por primera vez un régimen de Zona Francas con el objetivo de fomentar la actividad económica de ciertas regiones, en aquel caso eran dos, una en el Puerto La Plata y otra en Santa Fe.
Aquella ley nunca se puso en práctica hasta principios de los ’90, cuando se desempolvó la ley primigenia y se llamó a una licitación nacional e internacional para concesionar la Zona Franca donde está actualmente, unas 60 hectáreas dentro del predio de Astillero Río Santiago.
En ese momento estaban proliferando las Zonas Francas en el mundo, pero era un negocio nuevo en Argentina, no había antecedentes y hubo que estudiar mucho. Al final, tres grupos económicos argentinos se unieron y formaron Buenos Aires Zona Franca La Plata S.A. que a la postre ganó la licitación.
“Yo era un joven formado en Ciencias Económicas y tuve que tocar muchas puerta a exportadores, despachantes de aduana, compañías internacionales, vimos cómo era afuera, que estos enclaves aduaneros no solo beneficiaban a las compañías dispuestas a invertir sino que mejoraba el entorno y creaba trabajo” recordó Justo.
“Cuando arrancamos el interés era terrible, teníamos un plazo de inversión de cinco años, había que hacer los galpones, las calles, el asfalto, la energía, las comunicaciones, sin embargo en tres ya estábamos funcionando. La gente alquilaba los espacios donde todavía no había calles” explicó.
Fue entonces que el resto de las provincias exigieron su Zona Franca, así fue que se creó la ley 24.331/94 que autorizó la creación de una Zona Franca por provincia y se reservó el derecho a crear otras 4 más donde hiciera falta.
“Lamentablemente, por desconocimiento no se aprobó una ley que permitiera una industrialización con más beneficios –contó Justo-. Todo lo que se produce debe ser transferido al exterior y nada se puede introducir al territorio. Esto perjudicó mucho a las Zonas Francas del interior que no pueden desarrollar sus actividades productivas”.
Sin embargo, las Zonas Francas de los países limítrofes y del resto del mundo sí permiten introducir productos en el territorio, lo que significa una clara desventaja ya que los inversores elijen irse y afincarse en otro lado. Sin ir más lejos, la ZF de Montevideo está llena de argentinos que se han radicado allí y hay cerca de 5 mil trabajadores que allí operan. “Así que nuestra actividad ha quedado reducida al procesamiento de importaciones y si a las exportaciones de comodities” explicó el gerente general de Zona Franca La Plata, para luego agregar que hablaron con los legisladores para cambiar esta situación pero no lograron avanzar, hay un proyecto dando vueltas pero sin sanción todavía.
Luego, el expositor reflexionó que es necesario cambiar este paradigma, “debemos aprovechar nuestra materia gris para desarrollarnos en tecnología y poder competir de igual a igual con otros países del mundo y la ZF es una gran herramienta. Aparte, el mejor negocio es exportar. Hay ciertas incongruencias: si no transformamos nada ¿Por qué no pagamos los impuestos de la luz? ¿Solamente por almacenar? Además si lo que se fabrica en la Zona Franca se nacionalizara, pagaría los impuestos como cualquier otro producto que se importa”.
“Los productos que almacenamos –explicó- son insumos que luego van a servir a otros procesos productivos, somos el pañol de muchas empresas, ese es nuestro aporte. Además en momentos en que escasean los dólares, los importadores pueden traer sus productos, almacenarlos y, cuando realmente lo necesitan, lo ingresan al país y recién allí desembolsan esos dólares. Un ejemplo es el glifosato que se utiliza en el campo, pueden hacer stock y retirarlos cuando se necesiten. Lo mismo pasa con otros agroquímicos, productos farmacéuticos que acá no se fabrican, cosechadoras, tractores que son ingresados cuando son necesarios. En ese sentido hemos sido solución a los problemas macroeconómicos del país ante la falta de divisas”.
La conclusión a la que arribó Juan Pablo Justo es que las zonas francas son una parte fundamental en el comercio exterior, no sólo aquí sino en el mundo: “También decimos que nuestra posición geográfica al lado del puerto es inigualable, solo esperamos tener una nueva ley lo más pronto posible”.